POLLO AL WHISKY

Muchas veces preparo el pollo, de formas diferentes, pero ésta receta se supera en sabor.

Y como siempre me gustó la cocina tradicional, como iba a ser menos con este plato, a fuego lento y sin prisas...

- ¿Quieres algo de la farmacia? Decía mi padre...

- ¿Pero cómo voy a querer algo?, ¡no me duele nada!, decía mi madre...

Eso es lo que preguntaba mi padre casi todos los días. ¡Le encanta ir a la farmacia!

Mi madre se ponía de los nervios y a nosotros nos daba la risa...

- Pero papá, siempre vas a la farmacia,...

Un día, porque le dolía la cabeza, otro, porque le había salido una manchita, otro porque uno de mis hermanos tenía una herida, otro, que si una pomada para las quemaduras, otro, que si vitaminas, y así contínuamente...

Ya su madre tenía la misma costumbre, y como eran muchos hermanos, los ponía a todos en fila y decía: A ver, hoy quién tiene mala cara? Todos temblaban y al que su madre veía peor... ¡inyección! ...abría con sumo cuidado en la cocina una cajita de metal donde guardaba las jeringuillas y demás. Hervía las agujas y los tubos que eran de cristal y cuando estaban listos ¡hala!, con el culito al aire...

El caso es que mi padre heredó estas habilidades maternas y con sus hijos hacía lo mismo. Nos ponía a todos en fila (Igualigo que mi abuela), y somos seis... y decía: A ver, hoy necesitáis unas vitaminas... (nos poníamos a temblar), entonces sacaba un frasco de cristal de aceite de ricino y nos daba a cada uno una cucharada, ¡qué mal sabía!... ¡Ah! Pero el día que vino con una gran sonrisa y nos dijo: ¡Estais de suerte!. Acaban de inventar el aceite de ricino en pastillas...!

No sé que era peor, porque eran unas pastillas grandes, blanditas y con un líquido dentro que nos costaba tragar una eternidad.

Otro día: ¡En fila! Hoy, vamos a cuidar la garganta. Y pastillita de Hibitane..

Nos encantaba cuando nos daba la pastilla de vitamina C, que sabía a naranja, esa sí que era rica.

Y por supuesto, no me olvido de las inyecciones.. ¡heredó de su madre la cajita de metal! Esa, a la que yo hoy, aún le tengo terror. ¡Me espantan las inyecciones.

Un día me tocó a mi una de esas. Creí morir. Yo me encontraba de maravilla y no sé porqué la tenía que necesitar. Con toda la parsimonia, preparó los utensilios, los hirvió y succionó el líquido que no sé para qué era y me hizo tumbar boca abajo, con el culito al aire... Todos mis hermanos estaban detrás de la puerta, mirando horrorizados y yo furiosa... ¡por qué me tenía que tocar a mí!. Tanto protesté y tanto me moví, que la inyección se estropeó y no me la pudo poner... ¡lo conseguí!, dije yo, pero también conseguí que mi padre se enfadase muchísimo.

Aún hoy en día, en que todos estamos casados y con familia, nos regala sus consejos farmacéuticos cuando ni siquiera se lo pedimos, y es que se ha convertido en un experto en medicina, con tanta práctica. Hemos protestado mucho, pero ahora es a él a quien pedimos consejo cuando alguno está mal...

Y después de estas risas y estos recuerdos de familia y sin más dilación, os cuento esta riquísima receta que es una de las mejores para mí, en cuanto a pollos...

Vamos a hacerla para cuatro personas, siempre se puede poner más cantidad.

INGREDIENTES:

4 PECHUGAS DE POLLO

25O gr. MANTEQUILLA O MARGARINA

1/2 kg. CHAMPIÑONES

1 VASO DE VINO LLENO DE WHISKY (si es bueno sale más rico)

1 dl. DE LECHE CONCENTRADA

1 DIENTE DE AJO

SAL, PIMIENTA

ARROZ BLANCO Y PAN FRITO (para la guarnición, aunque también puede ser puré de patatas)

PREPARACIÓN:

Se limpia bien el champiñón y se corta en dos trozos.

Lavar y secar las pechugas y dorarlas en la mantequilla caliente, a fuego lento.

Pasarlas a una olla y reservar.

En la grasa anterior, dorar un ajo y en cuanto tome color, añadir los champiñones.

Echarles sal y esperar a que reduzca.

Regarlo con el vaso de whisky y a continuación la leche concentrada. Mezclar bien y verter esto sobre las pechugas que teníamos apartadas. Poner al fuego medio y mezclar con cuidado todos los ingredientes.

Aproximadamente unos 15 o 20 minutos.

Servir con arroz blanco o puré de patatas y unos costrones de pan frito.

¡Listo!